Bajo la Mesa











Años atrás veía esta ventana desde afuera como la mejor ventana del mundo, hoy miro desde adentro y no es precisamente la mejor ventana hacia el mundo, este pequeño espacio se parece a su dueña: quiso algún día ser grande, y hoy no es más que ilusiones rotas en el salón.

Recuerdo aquel festival en la ciudad, un fin de semana lleno de personas por las calles. Creí, creí equivocadamente que realmente sí estaba en Europa, y que la conquista se acercaba. Pero el sueño es tan sólo sueño si tu capacidad de ver se reduce a tus ojos, mientras tu tacto, tu oído, tu olfato, deberían estar aun más despiertos que los mismos ojos. Los colores y las formas bonitas no son suficientes, el cerebro fue hecho para más cosas que juzgar lo que ves.

Allí creía, creí, y aun creo quizás, que había alcanzado la cima, esa cima que te permite ver el resto de las montañas, las cuales quieres conquistar, pero llegué a una cueva: de emociones encontradas, de sueños materiales, que construyen la tumba del que los posee.

22 años hablando de porcentajes en una vida humana saludable no son ni el comienzo, pero fue la edad promedio de muchos en aquella encuesta para dejar el hogar. Creo que yo dejé más que eso, dejé mi alma enredada en alguna esquina de algún bar bohemio de Bogotá, me vine aquí, porque aquí el dinero te hace feliz, aunque lo quieras negar, porque parecía ser la nación más feliz del mundo, pero la nación más feliz del mundo fue aquella donde mis raíces se quedaron en el cementerio central y único del pueblo.

Sólo un deseo ególatra me alentó a quedarme, la idea de olvidarlo, de llegar a una mejor condición que él. Mientras llenaba mi cuenta de dinero, él llenaba su corazón de amor, en el fondo, a pesar de los prejuicios que jalonan mi vida, me hubiera gustado ser yo la que llenara hasta reventar su corazón de amor.

No he llegado a entrar en el alma de algún europeo, quizás ellos sí han tenido las puertas abiertas de mi alma, allí estaba esperando amor, pero no fue suficiente para este corazón en caos constante, que solicita tanto de los equivocados, y que ha llegado a creer que el amor es una ilusión del mundo real, única esperanza que ayuda a seguir viviendo, pero en el centro de todo, está el papel que descifra todo, el amor existe y es la meta única de la vida, pero no el amor a un ser, el amor a ti y de ahí se refleja a toda la humanidad. 

El refugio más bonito, además de mi cuarto, son las historias de los ancestros de los escandinavos, historias de amor y guerra, fantasía pura, que te incita a saber más y más de esto, como si fuera una droga mental.

Algun día salieron de mi boca estas palabras: con ese apartamentico me conformo, y aquí estoy, en ese apartamentico, que fue bien descrito desde ese momento, un lugar pequeño, aunque acogedor, acogedor porque mantiene encerrada mi alma, cuida de mi, pero también obstruye mi libertad, magenta, negro, blanco, colores que llenan mi vida, también llena mi espacio, pero no colaboran en el acto de alcanzar a ser feliz.

El alcohol hace parte de este mundo caótico, es la única droga que temen llamar así, siendo más común que los alucinógenos, es el elixir que se toma diario para poder tener las fuerzas de seguir caminando en este mundo sin sentido.

La cotidianidad, aquel transeúnte de la oscuridad, ha vuelto a visitarme, quise alejarme tantas veces de él, pero viaja conmigo a donde quiera que vaya, tanto así que cualquier cosa por nueva y psicodélica que sea, resulta un elemento más del diario vivir, de caras tristes, de almas tristes.

La electrónica es el mundo paralelo construido para nosotros los perdidos, que nos hemos dado cuenta que realmente están todos perdidos. Nos ayuda a disfrutar de la soledad, compañera que debería tener una connotación positiva, pero el miedo a verse solo en frente de un mundo que se alimenta de la desolación, puede más que la alegría de encontrar quienes somos y para qué hemos venido a jodernos la cabeza intentando vivir como lo que parece gente normal.

Fueron tantos pero tantos días de farra, de la mano de las inseparables botellitas de Tuborg o Carlsberg, aunque la cerveza, lo que parecía una eterna compañera, se convirtió en el fermento de mi vida, haciendo de la farra un sueño bien encuadrado, que me generaba una emoción, casi tan cercana como la que experimentaba cuando leía un buen libro, me emocionaba cuando estaba en el bar, en el club, en la fiesta, como si estuviera a punto de descifrar el final, a las cinco de la mañana la emoción se evaporaba, como si nunca hubiera leído ese genial libro. Pero siempre quería más, porque la esperanza es lo último que se pierde, la perdía en la mañana, la recuperaba a la medianoche, dosis continuas de supuesta diversion, que me alejaban de la vida intelectual que alguna vez alcancé a probar y me gustó, y esa constante idea de volver a sentarme y leer días y semanas seguidas rondaba mi mente hasta que alguien llamaba y avisaba la siguiente farra, idolatré a tres de aquellos que me rodearon, pilos y cerveceros, quise ser como ellos, pero la raza femenina está condenada a dejarse llevar por las pasiones, la parte racional que nos merecíamos nos fue robada cuando se aceptó que el  hombre tenía más que explorar en el conocimiento y la mujer como madre.

Años y años pasaron sin tocar realmente un libro, por que habia conseguido otra manera de llegar al placer, el celebrar, aunque sabía que el éxtasis que me gustaba provenía de saber, saber de todo, en vez de despilfarrar mi dinero en teatro, cine, música, literatura, lo boté en espontáneos placeres.

Llegué por otros medios perversos más fácilmente al placer que podía lograr escuchando la canción precisa en el momento preciso, junto con una botella de vino, de ambas maneras me desconectaba del mal del mundo, pero siempre escogí la más fácil y eso no era bueno.

Me encerré en otras cosas y dejé de buscar compañía para hacer cosas tan simples y tan dulces como dormir en la playa, caminar sin rumbo, hablar con extraños. En vez de eso, me dediqué a la vana conversación y a la falsa felicidad del capitalismo.

Y no he llegado a cruzarme con el compañero de mi dúo dinámico, todos se asombraban de lo que había hecho de mi vida, pero si miro atrás, nada de lo que soñé se ha llevado a la realidad, de lo cual se deduce que he dedicado el tiempo a hacer lo que es incorrecto para mí.

Nunca volví, nunca quise volver, creo que me siento mejor aquí donde nadie me conoce, en Dinamarca, y aquí me tienen, luchando por romper la vaciedad de alma. La vida inocente cayó vertiginosamente en una vida de madurez y control, donde cada vez pido más para conseguir sonreír, la sencillez de mi espíritu debe estar muy en el fondo, temiendo enfrentarme, porque poseo más poder que ella, los buenos tiempos donde ella me dominaba, fueron sepultados por la sed de obtener.

Siempre me gustó más lo que no pude obtener, pero también me fue más fugaz la alegría de obtener lo complejo de adquirir, lo que implicó más metas chiquitas por día, y después mucho tiempo libre, que dediqué inocentemente a criticar a los que me rodeaban.

Los celos me dominaban, y erróneamente quería siempre poseer sin ver que el verdadero amor se da en libertad. 

Ese día, el pasaje estaba en mi mesa, como si fuera el dueño de mi destino, y lo fue, el vuelo se canceló y yo tuve más horas para pensarlo, horas que me convencieron de quedarme, quedarme para nada, lo único bueno que he sacado de todo esto es que hoy he podido aceptar que la derrota está bien siempre y cuando aprendas de ello.

TESE QUE AUN VIVO EN MI IMAGINARIO, PUES CONTAR MI HISTORIA SIGNIFICA QUE PIENSO QUE ELLA ES INTERESANTE, ESTOY CONVENCIDA DE ELLO.



et cetera